miércoles, 19 de junio de 2013

Acampada

Después de 1 mes sin ir al pueblo, ya toca, a sido un mes bastante duro, de estudio constante, el cuál espero que se vea reflejado en las notas finales, ya he terminado los globales, estoy a las esperas de las notas, pero este sábado iré a Ateca, el buen tiempo ya está aquí, hemos esperado este verano con muchas ganas, a sido un año duro en comparación con el año pasado.
Lo llevamos hablando desde hace un tiempo y queríamos hacer una acampada todos los chicos de la peña,
a la espera del tiempo que podría hacer hemos decidimos que fuese el sábado, en la casetilla, allí nos llevamos las tiendas de acampar, bajo los frondosos chopos ya esclarecidos asentaríamos nuestro campamento al lado de la casetilla donde haríamos la comida y la cena, al principio costo un poco el montar las tiendas ya que eramos unos inexpertos en la materia y no teníamos los conocimientos suficientes como para llevar a cabo la complicada tarea, al final y después de un buen rato pensando como podrían encajar y hacer conjeturas sobre la forma de montarla lo conseguimos en vez de un martillo el cuál se nos olvidó improvisamos uno con una piedra sedimentaria de reverso fino pero a la vez fuerte, aquella escena más propia de chavales de dieciséis años parecía una escena típica del neolítico cuando los homo-sapiens intentaban establecer su campamento bajo la mirada de los animales que habitaban el entorno, en nuestro caso animales la verdad es que pocos había salvo alguna buitre que se dejaba ver ondeando el horizonte en busca de comida para sus crías o cuando nos asomábamos al río con las cañas de pescar con la esperanza de atrapar una trucha la cuál asaríamos posteriormente en las brasas de la hoguera.
La temperatura no era mala, por lo que decidimos ponernos los bañadores y adentrarnos por el río piedra en busca de algún cangrejo, bajo alguna roca, con alguna cavidad donde resguardarse, de algún depredador. Serían más o menos la ocho de la tarde. y ante la tentativa de una posible lluvia veraniega, decidimos salir del río y dirigirnos hacia la casilla para empezar a hacer la cena, los dos grandes troncos que dos horas antes echamos al fuego estaban sin consumirse debido a la humedad que albergaban de los días atrás en los que se había dado algún que otro chaparrón, cogí un palo más fuerte, probablemente sería de algún chopo que días antes habían sido esclarecidos, y les dí suaves golpes pero repetitivos a los troncos, para que de este modo se desmenuzaran poco a poco en ascuas, una vez preparadas las ascuas y distribuidas de forma uniforme por la hoguera, limpiamos la parrilla con unos periódicos en los que se quedó toda la grasa que había en la parrilla de antiguos usos. Mientras los demás preparaban la mesa yo junto a mi amigo nos dispusimos a poner las chuletas y hamburguesas en la parrilla mi amigo les echaba una pizca de sal mientras yo fui a la acequia a coger las bebidas, ya que con la temperatura del agua se conservaría con más frescura. Después de una gran merienda-cena nos acercamos al huerto de al lado en el que divisamos una sandía con una perfecta forma esférica, la arrancamos con la navaja y cogimos un puñado de fresas una poco mustias, pero de sabor inigualable, una vez terminado el postre y con todo medio recogido nos acercamos a la desembocadura que apenas estaría a unos diez metros de nuestro asentamiento, allí fuimos con las hamacas, mientras unos nos acomodábamos frente al río Jalón con su unión con el Piedra, otros traían el café en una botella medio derretida por su cercanía al fuego un intento poco meditado de intentar calentarlo, pronto el sol se pondría y nosotros allí estábamos, a orillas del río con la buena temperatura que ello conlleva, yo y otro dos amigos nos preparábamos las plomadas y los anzuelos para disponernos a sacar una buena pieza mientras que los otros buscaban lombrices para poner de cebo, dicen que sobre el anochecer pican con mayo facilidad ya que los peces salen a las orillas en busca de alimento. Durante un momento se hizo la calma, y noté una picada en mi anzuelo estiré rápidamente del hilo con la esperanza de haber dado captura a alguna carpa que rondase las profundidades pero, a pesar de mi entusiasmo e incertidumbre no había nada al otra lado del río tan solo estaba la lombriz la cuál parecía mordisqueada, la quité, y la cambié por una nueva y escurridiza. Unas horas después de terminar de pescar y no conseguir nada decidimos crear una especie de sujeta cañas que nos sirviese por si en caso de pescar un pez por la noche este no se llevase la caña al río, mediante un agujero de treinta centímetros aproximadamente en la tierra arcillosa de la orilla del río. Nos fuimos ya a las tiendas de campaña estuvimos un rato jugando al poker y escuchando música, escuchamos en ruido a orillas del río acudimos rápido a por las cañas y en la de un amigo había picado una carpa de unos seiscientos gramos, nada mal para las que eran nuestras expectativas, ya serían cerca de las cuatro de la mañana cuando cansados y con los ojos medio cerrados decidimos echarnos a dormir en las tiendas, al principio me costaba conciliar el sueño pero al rato ya conseguí dormirme.

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